Featured

El despertar de Eva...No me pidas que sea menos para que tú te sientas más

Hola querida Eva que me lees, una semana más aquí estoy para continuar con nuestro despertar.

Hay frases que nos despiertan, nos clavan los pies en la tierra, pero al mismo tiempo nos devuelven las alas. Una de ellas me atravesó hace tiempo y desde entonces la llevo como bandera: “No me pidas que sea menos para que tú te sientas más”.

Porque ser mujer en esta sociedad aún implica muchas veces caminar de puntillas. Ir midiendo lo que decimos, cómo nos vestimos, cuánto brillamos, hasta dónde soñamos. Porque recordamos que sí, nos han enseñado de forma silenciosa pero constante, que hay que agradar, no incomodar. Que, si tu voz es fuerte, eres mandona,
que, si dices lo que piensas, eres conflictiva, y, si te va bien, seguro es suerte… o “algún favor” que no se menciona, en fin. Nos disfrazamos de menos para encajar en lo que se espera y lo hacemos desde lo cotidiano, sin darnos cuenta. En el trabajo, por ejemplo, callas una idea brillante porque sabes que a tu superior le incomoda que una mujer tenga iniciativa.
En casa, no celebras tu ascenso porque a tu pareja le cuesta lidiar con el hecho de que ahora ganas más que él. Con amigas, minimizas tu éxito porque hay una que está pasando un mal momento y no quieres “presumir”. Y, en redes, borras una foto en la que te ves fabulosa porque alguien cercano te dijo que estás “demasiado creída últimamente”

A veces, lo hacemos por amor, por costumbre, o por ese miedo antiguo de ser señaladas.
Miedo a que nos dejen de querer si nos mostramos demasiado libres.
Miedo a ser rechazadas por no cumplir el papel de “mujer adecuada”. Nos hemos hecho más pequeñas para que la inseguridad de otros no se sintiera amenazada y hemos minimizado nuestros logros, nuestra belleza, nuestras ideas.

Y es que, a muchas mujeres nos han educado para disimular nuestras luces, para no brillar demasiado, para no hablar tan fuerte, no reír tan alto, no destacar tanto. Nos han enseñado a pedir permiso incluso para ocupar el espacio que ya es nuestro por derecho.

Cuántas veces, por amor, por miedo o por costumbre, nos hemos hecho más pequeñas para que la inseguridad de otros no se sintiera amenazada. Hemos minimizado nuestros logros, nuestra belleza, nuestras ideas. Hemos bajado el volumen de nuestra esencia para no molestar. Pero, la pregunta es ¿cuánto más tenemos que pagar por encajar en moldes que no son nuestros?

Desde pequeñas nos programaron para complacer. A la pareja, a la familia, a la sociedad. Y si nos mostramos tal cual somos, fuertes, valientes, soñadoras, ambiciosas, independientes, poderosas…entonces nos llaman “intensas”, “exageradas”, “egoístas” o “difíciles de amar”. Pero lo que no dicen es que cuando una mujer se elige a sí misma, también enseña a otras a hacer lo mismo. Y eso… asusta.

Sí, lo sé. Ser una mujer despierta incomoda, incomoda y mucho. Porque una mujer despierta no se calla cuando algo duele, no se queda donde ya no hay respeto, no acepta migajas, no se disfraza de menos para hacer sentir seguros a quienes no han hecho el trabajo de verse a sí mismos. Y, sabe qué es lo más importante: que no necesitamos apagar a nadie para brillar nosotras y, además, no debemos permitir que nos apaguen para que otros se sientan cómodos. Porque cada mujer que se levanta, que se expresa, que se elige, se convierte en faro. En espejo. En revolución.

Esta semana quiero invitarte a que observes cuántas veces te callas para evitar conflictos. Cuántas veces no te nombras por miedo a que te tachen de egocéntrica. Cuántas veces no celebras tus logros para no “presumir”. Y luego… elige distinto. Porque el mundo no necesita mujeres perfectas, necesita mujeres verdaderas. Mujeres despiertas. Mujeres que ya no piden disculpas por existir a todo color.

Y permíteme que te comparta esta frase: “Ser demasiado para alguien nunca será tu problema. Será su espejo”.

Te abrazo con el alma, y deseo que nunca olvides que este camino de despertar, aunque a veces duela, siempre vale la pena. Porque cuando una despierta, despiertan muchas. Y si lo hacemos de la mano, el trayecto no solo es más llevadero… es transformador.

Si deseas compartirme tu historia, tu proceso, una reflexión o sugerencias para El Despertar de Eva, estaré feliz de leerte. Escríbeme a: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Sigamos creciendo juntas, porque cuando una se atreve… nos atrevemos todas.

María Piña Calderón