Featured

El despertar de Eva...La niña que fuiste: sanar para liberar a la mujer que eres

A veces nos preguntamos por qué reaccionamos de ciertas maneras, por qué hay situaciones que nos desbordan o nos hacen sentir pequeñitas por dentro… Y si te detienes a pensarlo, muchas veces no es la mujer adulta la que está sintiendo eso; es la niña que fuiste, la que sigue ahí, esperando ser escuchada, comprendida y abrazada. Este no es un tema fácil. Pero sí es profundamente necesario.

¿Cuántas veces te dijeron de niña que "calladita te ves más bonita"? y sabéis que aquí siempre hago referencia a esa mítica frase que nos ha marcado desde siempre. Que una señorita no contesta, no se enoja, no se sube a los árboles, ¿no dice lo que piensa? ¿Cuántas veces reprimiste tus emociones para no incomodar, para que te quisieran, o simplemente para que no te dejaran de lado?

Yo también fui esa niña. La que quería agradar. La que no entendía por qué llorar molestaba tanto a los demás. La que empezó a esconder lo que sentía para adaptarse, para sobrevivir emocionalmente. Y he conocido a muchas mujeres que arrastran exactamente lo mismo, aunque sus historias sean distintas. Porque al final, todas tenemos dentro una versión pequeñita que sigue esperando ser mirada con ternura.

A veces se nos olvida que nuestra historia importa. Que ese pasado no está enterrado como creemos. Que vive en nuestras decisiones, en nuestras inseguridades y en nuestros silencios. En cómo amamos, en cómo nos hablamos frente al espejo y en cómo nos colocamos en el mundo.

Por eso es tan importante volver a nosotras. Volver a esa niña que fuimos. Preguntarle qué necesita, qué le dolió, qué le hubiera gustado escuchar cuando el mundo se volvió duro, complejo, extraño. Tal vez te diría: “Quiero que me digas que soy suficiente. Que no tengo que hacerlo todo perfecto. Que está bien sentir miedo”.

Algunas mujeres me han dicho en alguna ocasión; “Es que yo no recuerdo nada de mi infancia”.  Y eso también es una respuesta, porque cuando algo dolió mucho, la mente lo guarda en una caja para protegernos. Pero lo que se guarda, también pesa. Y aunque no lo veamos, se manifiesta en forma de ansiedad, de autoexigencia, de miedo al abandono, de relaciones que se repiten una y otra vez como si estuviéramos atrapadas en un ciclo sin salida.

Y ya lo sabemos, sanar no es fácil. Es un proceso que requiere valentía. Pero no estamos solas.

Yo empecé a mirar a mi niña interior con compasión cuando me di cuenta de que, para vivir una vida más libre, tenía que dejar de castigarme por cosas que en realidad no eran culpa mía. Tenía que dejar de cargar con expectativas ajenas, con mandatos que no me representan, con ese “tienes que” que nos han repetido desde siempre y que he acabado aborreciendo desde el conocimiento consciente.

Y tú también puedes empezar. No hace falta hacer grandes cosas. A veces basta con una carta escrita desde el alma, hablándole a esa niña que aún vive en ti. O mirarte al espejo y decirte, con voz firme “Estoy aquí para ti. Te veo. Ya no estás sola”.

Sanar no significa olvidar lo que dolió. Significa transformarlo. Y permitirte ser la mujer que verdaderamente eres, sin las cadenas invisibles del pasado.

Hoy te invito a que conectes contigo. A que escuches tu historia sin juicio. A que abraces a esa niña con la misma ternura que lo harías con tu propia hija, con tu sobrina, con esa niña que fuiste y que tanto necesitaba sentirse vista. Porque cuando ella sana, tú floreces.

Y si sientes que este mensaje te toca, si algo dentro de ti se ha removido, quiero que sepas que no estás sola. He creado un espacio para nosotras, para mujeres reales, imperfectas, valientes, que están despertando y caminando hacia su verdad. Se llama Despertar, y está en Instagram. Es una comunidad íntima, sorora y auténtica donde compartimos reflexiones, herramientas y, sobre todo, compañía.

Te espero en @mpinaescritora.
Entra, comenta, conecta. Porque juntas, siempre es más fácil.

Te abrazo con el alma, mi querida Eva.

 

 

Sociedad

Las Noticias Más leidas