Descansa en paz, Nicolás. Sevilla nunca te olvidará por José Manuel Rosario

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Periodista y escritor, glosó en infinidad de ocasiones su amor por su ciudad. Su colaboración con un gran editor como José María Toro permitió exportar títulos sobre Sevilla a toda España.
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Hace unos días falleció el periodista y escritor, Nicolás Salas. Por casualidad, viendo un partido que raramente yo debería estar viendo -mis afinidades no son ese club-, me enteré. Su Betis, el Betis de sus amores le recordaba en el partido del Betis-Real Madrid. El mismo día que también se recordaba a Luis Cid Carriega, otro bético de pro (RIP).

Quizás mi despego de la ciudad hispalense desde hace años ha significado no estar plenamente, ni quizás pobremente, informado de la situación cultural, social, de la ciudad por la que corrí muchos años de vida.

Conocí a Nicolás de la mano de un gran amigo, mi padrino de bodas, que aunque haga tanto que no veo siempre lo llevo en el corazón. José María Toro Sánchez, otro de los grandes luchadores por la literatura, desde miles de trincheras distintas, me lo presentó.

Lo primero que descubrías en él, tras cinco minutos de conversación, era su amor por Sevilla y su amor por el Betis. Quizás de ahí venía gran parte de la relación de estas dos personas.

Nicolás ante todo era un periodista, dejaremos de lado su ideología, ante todo quiero respetar el derecho de expresión de todos, era un escritor y era el gran investigador de la ciudad de Sevilla.

Aquellos primeros años que coincidí con él, colaboraba yo con la Editorial Almuzara. Y el, de la mano de José María, llegó a este proyecto editorial que se constituía en Córdoba.

Ya ambos se conocían de otra editorial, hoy desaparecida, RD Editores. Y durante años, muchos años la colaboración entre ambos, el trabajo e ideas, les llevó entre una y otra editoriales a crear más de 20 obras, de un total de más de 50 del autor. Cuando José María se va de Almuzara, Nicolas lo acompaña a un nuevo proyecto: hermoso, diferente. Guadalturia.

Nicolás era, es y será siempre Sevilla. Sus obras, en la inmensa mayoría, reconocen la vieja Sevilla. La Sevilla de principios y mediados del XX. Esa Sevilla que, salvo en lo flamenco, poca referencia nacional era. El habla, hablaba, de la “Sevilla Desaparecida” o de “Sevilla y sus puentes”. Hablaba de “Tablada. Crónica de cien años de aviación en Sevilla” o de “Navegación. Homenaje al Guadalquivir”.

Quizás, José María creo la Editorial Guadalturia para darle cobijo a su prolífica obra. Como antes decíamos tanto aman ambos a esta ciudad que entendían que necesitaba de un editor que entendiera esa idiosincrasia del autor.

Ya, desde ahora, solo nos quedan sus libros. Los libros de un importante periodista de la Ser y de ABC, los libros de un cronista amante de una ciudad. Una generación donde Salas, Arbide y algún otro se encontró con la editorial perfecta para transmitirle a las futuras generaciones de donde viene una ciudad, que ahora, quizás, sea envidia pero que ellos quisieron colocar en el mapa del conocimiento a través de sus libros para todos.

Quizás, fuera de su Sevilla, en esa imagen que salió de recuerdo en el partido muy poca gente supiera quien fue. Lo que si aseguro que aquellos que lo conocimos pudimos disfrutar de su amplio conocimiento histórico de una ciudad que aunque “tiene un color especial”, ahora tiene un crespón negro, por su hijo, en el alma.

Descansa en Paz, Nicolás.