Máquinas contra el cáncer, NO; pero pizarras digitales por libros, SI.

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Algunos, y algunas, no entienden que una fundación done máquinas para paliar y luchar contra el cáncer. Esos mismos si están de acuerdo que las editoriales de texto donen, cientos, de pizarras digitales.


Que muchos, en nuestra vida cotidiana, somos incongruentes … es normal. Deja un poco de ser normal cuando esto ocurre en cargos políticos.

Hoy nuestro país está dividido en dos bloques. Aquellos que entienden que la Fundación de Amancio Ortega regale, done, entregue, máquinas que van a ayudar a enfermos es casi delictivo. Es lo peor de lo peor. Y otros que entienden que habría que alentar a otros muchos millonarios, como en EEUU, que con sus importantísimos beneficios, parte, lo reviertan en la sociedad en la que viven, por supuesto además de todos sus impuestos pertinentes.

Sin embargo es muy curioso que esos que hablan de lo malo que es donar a los hospitales, les parezca magnífico que se realicen donaciones a los colegios de nuestra España. Donaciones en forma de centenares de pizarras digitales, que según nuestras fuentes, son puestas a cambios de usar los libros de esa editorial.

Nunca he visto a nadie quejarse. Ese tipo de forma de “compra de voluntades” parece bien. El que un niño estudie con un libro u otro, no depende de la calidad de estos. Depende del número de pizarras que regalas a un centro.

Hablamos de “compra de voluntades” ya que “casualmente” a continuación de recibirse esas pizarras el centro usa los libros de la editorial.

Esta cesión, regalo o donación, diversas son las fórmulas que se están usando está, presuntamente, incrementando el precio de los libros y bajando sus niveles de calidad.

La elección del libro también está siendo motivos de problemas. Nuestra fuentes nos indican que algunos directores están presuntamente coaccionando de los profesores para que decidan la editorial por ellos determinadas: empiezan con obligar a votar a mano alzada para comprobar quien sigue sus directrices y continúan con comentarios que, en algunos casos, intimidan a dichos profesores.

Este medio no puede confirmar, si se trata de un delito de prevaricación u otro tipo legal, lo que si está claro es que no parece normal que se decidan libros en base al regalo que hagan.

¿Cómo actúa la inspección educativa? Algunos de estos profesionales simplemente vuelven la cara, otros alientan a que los directores se dejen comprar por las editoriales.

Estas pizarras, por supuesto, no tienen garantía de mantenimiento y arreglo. Cuando se cumple su garantía natural no está cubierta por ningún equipo de mantenimiento cedido por nadie. Terminaran siendo bellos, no tan bellos, adornos en el centro escolar.

Parece, pues, que las máquinas contra el cáncer están mal vistas, ya que es una fundación millonaria la que las obsequia; sin embargo, el “tres per cent” educativo, el “uso tus libros si pasas por caja” si está bien visto.

Esta sociedad tiene que dejar de medir con dos varas distintas.